Lo primero será limpiar bien las uñas con un disolvente sin acetona. A continuación conviene lavarse las manos para que los restos del disolvente no nos dejen las uñas resecas. Ahora, prepararemos un bol pequeño con agua templada y jabón e introduciremos las uñas durante unos 3-4 minutos.
Pasado ese tiempo, aclaramos bien las uñas con agua templada y las secamos con una toalla. Ahora procederemos a recortar las pieles muertas de alrededor de las uñas. Tras ello, toca limar las uñas. Para limar las uñas hay que hacerlo siempre de un lado al centro al otro lado. Si es posible, evitaremos las limas de uñas de metal, pues tienden a romper las uñas. Lo último será hidratar las manos y uñas con crema hidratante y, una vez esta haya sido absorvida, nuestras uñas estarán preparadas para ser pintadas de nuevo.
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