Hablamos de un calzado muy fresco pero poco seguro, que normalmente suele estar menos sujeto que otros. Esto conlleva el peligro de producirnos esguinces o torceduras en nuestros tobillos, en algún mal paso. Tampoco podemos correr con ellas si lo necesitamos por cualquier situación. Los juanetes, las lesiones en el talón y en el arco del pie también son más comunes en esta época del año, por motivo de las chanclas.
Los podólogos aconsejan que, a la hora de elegir nuestras chanclas, tengamos muy en cuenta la forma de la misma, que tenga una buena sujeción en los tobillos (algo que muchas no cumplen) y que disponga de una suela gruesa y de material semirigido para permitir la amortiguación de los golpes.
Utilizar chanclas como calzado habitual en verano aumenta el riesgo de sufrir percances como caídas, tropezones o torceduras de tobillo, pro eso se recomienda que no se utilicen siempre, sino solo cuando sea necesario y en entornos relativamente seguros en los que no tengamos que hacer mucho esfuerzo al caminar.
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