Para eso está precisamente el aire, y encenderlo con moderación no es nada mal, pero más allá del tiempo que lo tengamos puesto, también hemos de tener mucho cuidado con la temperatura a la que lo ponemos. Por ejemplo, bajar de los 24 grados puede hacernos gastar el doble en cuanto a luz, y además, enfriar demasiado el ambiente y provocar incluso algún que otro catarro, por la diferencia de temperatura tan brutal que tendremos.
La temperatura más adecuada, por tanto, estará entre los 24 y los 27 grados, dependiendo también de la estancia en la que estemos. Una habitación más pequeña se enfría más fácilmente, claro está. Por eso no debemos abusar tampoco en cuanto a la temperatura, porque ni siquiera es necesario poner el aire tan bajo para enfriar de verdad.
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