Es el terror de todas
las madres cuando van con sus hijos a la playa. El hacerles almorzar y
quedarse en la toalla, bajo la sombrilla, sin poder darse un baño hasta que no pasen dos horas, por miedo a un corte de digestión, es algo por lo que
todos hemos pasado. ¿Pero hay razón para alarmarse tanto? De hecho el corte de
digestión es posible durante las horas posteriores a una comida copiosa, siempre que nuestro cuerpo entre en
contacto con una temperatura muy fría.
Es el caso, por ejemplo, del agua del mar, que suele estar bastante fresca en comparación con la
temperatura que hay fuera. Esa diferencia tan grande es lo que puede llegar a
producir, en los casos más extremos, un corte
de digestión que nos pueda afectar. Para evitarlo, bien podemos quedarnos
afuera del agua durante ese tiempo, o también tomar otros consejos.
Por ejemplo, no comer
tanto, algo que hará que nuestra digestión sea mucho más ligera. Si hemos
comido en un lugar con aire acondicionado la temperatura será más fresca y el impacto del frío del agua será menor.
Ocurre lo mismo con el agua de la piscina, que suele estar algo más cálida. Y
si tenemos que entrar a bañarnos de
todas maneras, lo mejor es hacerlo poco a poco, enfriando nuestro cuerpo con un
poco de agua en la nuca, la espalda y los brazos, antes de zambullirnos.
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