Es una costumbre bastante extendida, a pesar de no ser ni mucho menos elegante, eso de morderse las uñas. Es como un signo de nerviosismo, algo que es irremediable para muchas personas que ya han cogido dicha costumbre y les cuesta muchísimo dejarla atrás. Sin embargo, los perjuicios de mordernos las uñas no solo tienen que ver con la educación o el decoro, sino también con nuestra propia salud.
La onicofagia, que sí se llama esta manía, tiene consecuencias tanto psicológicas como físicas. La mayoría se muerde las uñas por puro nerviosismo o ansiedad, pero esto, lejos de reconfortar, solo les genera más problemas y el sentimiento de culpa por no pedir evitar esta mala costumbre. Los daños que creamos a las propias uñas son más que evidentes, y dan mala imagen a los demás, dejando en evidencia que no podemos evitar el morderlas. Pero eso no es todo.
Lo peor llega, obviamente, al morder y meternos en la boca una parte del cuerpo que suele estar en contacto directo con otras superficies y por ende, suele ensuciarse mucho más. De hecho, los restos de suciedad que hay debajo de las uñas pueden provocarnos graves problemas bucales si no paramos de morderlas. Existen alternativas como esmaltes transparentes con mal sabor, que nos quitan las ganas de hacerlo, pero hemos de tomar esta manía como una muestra de ansiedad, y así, intentar rebajar nuestro nivel de estrés.
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