Vivimos en una sociedad que es tremendamente exigente con nosotros, hasta el punto de provocar que estemos constantemente estresados. La estabilidad emocional y mental es para muchos una utopía, teniendo que lidiar cada día con problemas en casa, en el trabajo... Además, la salud mental todavía es un tabú para muchos, por lo que preferimos no hablar de estos temas, y lo único que conseguimos así es reprimirlos. Así, a veces, acabamos sufriendo ataques incontrolables de ansiedad.
Lo primero que debes saber es que este tipo de problemas son muy habituales, más comunes de lo que te piensas. Se produce una situación en la que nos bloqueamos y llegamos a un punto de estrés y ansiedad tal que se reproduce físicamente. Nos cuesta respirar, tenemos sudores, no podemos concentrarnos ni pensar con claridad... Este tipo de ataques pueden darse en situaciones tensas como peleas, momentos problemáticos, etc...
Estamos temblando, incluso sentimos que el corazón se desboca, pero hay formas de controlar este ataque, especialmente si estamos solos y no podemos pedir ayuda al instante. Lo primero es ser conscientes de que es una situación provocada por nuestra mente, así que podemos revertirla si nos concentramos en tranquilizarnos. Respiraremos hondo, nos sentaremos en un lugar tranquilo y cerraremos los ojos. Si podemos, llamaremos a alguien de confianza para contarle lo que nos está pasando. Conviene beber agua para conseguir que el cuerpo se estabilice.
Normalmente, estos ataques suelen durar pocos minutos, pero si nuestra situación se mantiene, lo mejor es llamar a urgencias y pedir que nos vea un médico. Hay ciertas pastillas que ayudan a calmar esos nervios.
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